Recomendaciones para un regreso a clases seguro
Sin duda alguna, la pandemia por COVID-19 ha traído consigo múltiples retos. Tanto las familias como las instituciones académicas se han visto en la necesidad de adaptarse a un formato educativo para el cual no estábamos preparados. Aún así, a casi un año del decreto de cuarentena, nos encontramos en dirección a una nueva fase de este reto: la reanudación de clases de manera presencial. La Asociación de Psicología de Puerto Rico y su Comité Ad Hoc de Promoción del Desarrollo Integral de la Niñez estamos conscientes de los beneficios sociales y emocionales que representa en estos momentos la reincorporación al plantel escolar. Por tal razón, apoyamos que las escuelas sean abiertas dentro de un proceso que abarque un amplio marco de consideraciones e incluya los recursos necesarios para garantizar la seguridad, y la salud física y mental de la comunidad escolar.

Entendemos que reanudar las clases de manera presencial requiere de un proceso complejo de planificación, preparación y organización, lo cual difícilmente pudiera lograrse en unas pocas semanas. Es preciso atender las preocupaciones de la comunidad escolar sobre la protección de la salud física y mental de nuestros niños, niñas y adolescentes. De esta forma obtendríamos mayores beneficios del regreso a la educación presencial, en lugar de provocar mayor ansiedad, estrés o angustia. Por lo tanto, entendemos necesario la consideración de las siguientes recomendaciones en el proceso de planificación del tan anhelado regreso a aquella escuela que hace un año dejamos atrás. A continuación, presentamos una lista de sugerencias que entendemos deben considerarse.
Administración
Considerar modelos que han mostrado ser efectivos en el manejo de crisis en las escuelas, que estén enmarcados en modelos de apoyo multiniveles (MTSS). ‘Response to Intervention’ como referenciapara trabajar la prevención de manera primaria (toda la comunidad), secundaria (estudiantes que puedan beneficiarse de intervenciones grupales, más específicas) y terciaria (estudiantes que requieran intervención individual e intensiva). Adiestrar a los miembros del equipo de seguridad, y al personal docente y no docente de la escuela sobre el modelo que se utilizará.
Realizar un estudio sobre las necesidades que presenta cada comunidad escolar, con el propósito de identificar los servicios pertinentes. Estos servicios pueden variar según la escuela, pueblo o sector. El estudio debe considerar las voces de todos los sectores de la comunidad escolar, incluyendo a la niñez.
Establecer un equipo multidisciplinario de seguridad escolar que incluya enfermeros(as), psicólogos(as), trabajadores(as) sociales, consejeros(as), personal docente y no docente, padres/madres y estudiantes, en el que cada profesional tenga una función particular en la promoción de mantener ambientes seguros (física y psicológicamente desde una mirada salubrista). Existen modelos que han probado ser efectivos en escenarios académicos que establecen los roles y funciones de cada miembro de este comité.
Preparar protocolos específicos y claros sobre las medidas de seguridad en cada área común de la escuela, entre otros. Estos protocolos deben incluir los métodos de comunicación a utilizarse para poder preparar y orientar a la comunidad escolar.
Preparar protocolos específicos para el ofrecimiento de servicios psicológicos, de trabajo social y otros servicios relacionados a la comunidad, que incluyan las medidas de seguridad que se utilizarán.
Comenzar con una transición paulatina, que implique información previa al regreso.
Continuar proveyendo clases virtuales para niños y niñas que estén en grupos de alto riesgos, como aquellos(as) inmunocomprometidos, asmáticos y con otras condiciones de salud. Para lograr esto y no imponer trabajo adicional a los maestros y maestras se sugiere grabar las clases y enviarlas al alumno de manera electrónica. Se podría continuar utilizando las plataformas de Microsoft Teams, a través del uso de las herramientas Classroom o Notes para subir los videos de manera que todos(as) los estudiantes tengan acceso al material. Esto serviría también de apoyo para aquellos(as) estudiantes que presenten rezagos académicos o alguna otra situación, ayudándoles a repasar el material.
Continuar atendiendo necesidades de equipo y tecnologías para la educación a distancia.
Es importante evaluar la posibilidad de que más adelante se instalen cámaras en los salones de clases para grabar a las maestras y maestros mientras ofrecen las clases. Este es un modelo que ya es utilizado en las universidades y que pudiera ser de gran ayuda como estrategia – post pandemia – para brindar acceso del material discutido en clase a estudiantes que no pueden asistir de manera presencial. Esto debe hacerse cuidando los derechos de propiedad y privacidad de las maestras y maestros.
Evaluar que el plantel escolar cumpla con todas las estipulaciones requeridas para salvaguardar la seguridad física y psicológica de los estudiantes y el personal. Esto incluye la evaluación, fortalecimiento y construcción de las estructuras escolares en el suroeste del país que han sido afectadas por la secuencia sísmica. Nos oponemos vehemente al regreso de la comunidad escolar a edificios que no estén fortalecidos y que no cumplan con los códigos de construcción apropiados. Es importante que se consideren medidas transitorias seguras para que los y las estudiantes del suroeste puedan regresar a las escuelas de forma segura.
Disponer de la posibilidad de combinar clases presenciales y virtuales en consideración a estudiantes que presenten dificultades emocionales durante el proceso de reinserción al salón de clase. Hay que asegurar que estos estudiantes reciban los servicios de apoyo destinados para este proceso, aunque sea a través del uso de servicios virtuales o de visitas seguras al hogar.
Asegurar tener el personal necesario de salud para manejar cualquier eventualidad que pudiera surgir, ya sea de salud mental o relacionada a contagios. Proponemos que cada escuela que abra tenga los servicios del psicólogo o psicóloga escolar disponibles y considerar aumentar el equipo de servicios de apoyo al estudiante en las escuelas que comiencen a proveer servicios presenciales para atender las necesidades de esa comunidad escolar.
Hacer prioritaria la salud mental y adaptación como estrategias de promoción del aprendizaje. Evaluar las necesidades de estudiantes de educación especial para tener una mayor comprensión de cómo el periodo de educación a distancia durante la pandemia ha afectado su proceso educativo y de desarrollo de destrezas para determinar los tipos de apoyo necesarios. Adiestrar proveedores de servicio de educación especial sobre las mejores prácticas en servicios virtuales y presenciales.
Realizar evaluación de cantidad de estudiantes que se han dado de baja del sistema de educación pública durante la pandemia y las razones por las cuales esto ha sucedido. Desarrollar planes de reclutamiento, apoyo y reinserción al ambiente escolar para estos y estas estudiantes.
Evaluar las necesidades de las familias y facilitar acceso a recursos para cubrirlas.
Tomando en consideración que muchas familias no cuentan con los recursos económicos suficientes, es importante evaluar la posibilidad de incluir, como parte de los materiales escolares que provee el Departamento de Educación, artículos de prevención tales como: mascarillas, desinfectantes de mano y alcohol, entre otros.
Brindar apoyo en el proceso de transición hacia la nueva realidad escolar (antes y durante el inicio a clases).
Proveer apoyo emocional y capacitación profesional que atienda las necesidades del personal escolar. Esto incluye revisar los servicios disponibles de ayuda al empleado(a), establecer acuerdos de colaboración con organizaciones comunitarias y centros universitarios, entre otros.
Maestros(as)
Estar atento a las señales emocionales de nuestros(as) estudiantes. Consultar al psicólogo o psicóloga escolar para esto. A tres meses de terminar el semestre, la meta debe ser promover el bienestar integral del estudiantado.
Desarrollar planes a corto plazo sobre la educación durante los dos meses de clase restantes. Que esta planificación incluya la promoción de destrezas socioemocionales y de afrontamiento, manejo positivo de la conducta y enfoques que sean sensibles al trauma del estudiantado.
Modificar la estructura de las clases (p.e., periodos breves), que incluya la oportunidad de tiempos de descanso.
Incluir los “covid breaks” que son áreas de descanso donde las personas pueden ir de manera segura y estar sin mascarillas por espacio de unos 10 a 15 minutos.
Integrar ejercicios y movimiento físico para promover la salud física y emocional.
Familias
Estar pendientes de los cambios en conducta o estados de ánimo de los y las estudiantes. Solicite información contacto del psicólogo o psicóloga escolar y pida una reunión u orientación de ser necesario.
Mantener los canales de comunicación abiertos con maestras y maestros para monitorear el proceso de ajuste y adaptación a los cambios que representa regresar a la modalidad de clases presenciales.
Colaborar en la dinámica con los(as) maestros para modelar y fomentar un ambiente escolar positivo para los y las estudiantes.
Reforzar de forma positiva, con elogios y cumplidos, a sus hijos e hijas, sin enfocarse en la ejecución, ni en las notas, sino en el esfuerzo.
Identificar recursos de apoyo en la comunidad, como tutorías o servicios relacionados.
Estudiantes
Establecer un periodo de cernimiento para auscultar las preocupaciones de los y las estudiantes y canalizar a quienes presenten indicadores de trauma, ansiedad u otros trastornos o condiciones que se hayan exacerbado por temor a contagiarse o estar en lugares cerrados (p.e. salón de clases).
El desarrollo de actividades que fomenten el uso de modelos de acción participativa con la niñez y juventud en la propuesta de proyectos e iniciativas para aumentar la asistencia escolar, sentido de pertenencia a la comunidad escolar post-pandemia, aspectos sociales, apoyos, entre otros. La participación de la niñez y la juventud es un derecho garantizado por la Convención de los Derechos de la Niñez de las Naciones Unidas y debe ser guía para nuestras acciones.
La APPR además enfatiza la importancia de tomar decisiones basadas en el mejor conocimiento científico. Es por esto por lo que endosamos las recomendaciones del Puerto Rico Public Health Trust como medidas necesarias para el regreso seguro a los planteles.
Por último, es importante destacar que la Organización Mundial de la Salud ha señalado que la próxima pandemia es una de problemas de salud mental. En Puerto Rico, podemos acertar que desde el Huracán María nuestra población ha experimentado un aumento marcado de problemas de salud mental. Desafortunadamente, esto ha estado enmarcado en una situación fiscal de austeridad que empobrece los servicios de las personas, particularmente aquellas que viven en pobreza. La pandemia ha exacerbado estas inequidades, como el acceso y la calidad a servicios de salud mental y educativos. Instamos al gobierno de Puerto Rico y a la Junta de Supervisión Fiscal a proveer los recursos necesarios para fortalecer servicios de prevención y de atención a la salud mental de nuestra gente. No habrá aprendizaje significativo en un contexto de precariedad material y fragilidad de la salud mental y física de nuestra niñez. Garanticemos los derechos de nuestra niñez y no claudiquemos en nuestra responsabilidad ministerial. La Asociación de Psicología de Puerto Rico reitera su compromiso con el país y pone a la orden del gobierno nuestros recursos profesionales para continuar orientando y colaborando con nuestra gente.
Kevia M. Calderón Jorge, PhD
Presidenta 2021
Gabriela J. Calderón Parrilla
Coordinadora
Comité Ad Hoc de Promoción del Desarrollo Integral de la Niñez
Lee el comunicado completo en pdf desde http://bit.ly/Regresoaclasesappr


