Terapias de conversión: ¿De verdad se practican?
La presentación en el Senado del proyecto 184, que se encamina a prohibir el uso de terapias reparativas en menores de edad en Puerto Rico, ha traído un debate intenso. En este escrito me voy a enfocar en un argumento que están utilizando los detractores de este Proyecto. Esto es: no hay que legislar pues estas “terapias” no se practican.
Brevemente voy a presentar datos sobre lo erróneo y desatinado de dicho argumento. Veamos el escenario en EEUU. Todas las organizaciones que intervienen con salud mental han publicado declaraciones contundentes en contra de las “terapias” de conversión. ¿Por qué? Sencillo: no funcionan, engañan al paciente y su familia y peor aún, suelen ocasionar daño psicológico en el paciente.
En EEUU hay estudios al respecto. Por ejemplo, Beckstead y Morrow entrevistaron 50 personas que habían recibido estas intervenciones. Resultados: ninguno cambió su orientación sexual, ocho intentaron suicidarse, aumentó el auto-desprecio, la depresión y la ansiedad; y muchos terminaron con angustias espirituales. En el estudio de Shapiro del 2013 participaron 400 personas que recibieron “terapia” de conversión. Al terminar el estudio el 90% indicó que ésta le hizo mucho daño mental y psicológico y un 20% empeoraron tanto que se descompensaron psiquiátricamente.
Pero, ¿se practica esta “terapia” en Puerto Rico? Seguro que sí. En mis 30 años como psicólogo clínico han acudido personas que me han contado en detalle el contenido de estas intervenciones y su efecto. Todos me han indicado que la terapia fue un engaño, un fiasco y una decepción. ¿Qué se utiliza en estas “terapias”? Se reza, se invoca lo divino, se le dice al paciente que su conducta es aberrante y ofensiva a Dios, hay un discurso de temor a castigos divinos, se pretenden sanar las “heridas homosexuales”, y también se le dice al paciente que eche agua bendita en su cuarto.
A pesar del tabú con este tema, ya en este periódico se han publicado historias de pacientes que pasaron por estas terapias y dan testimonio fehaciente del daño recibido. Si el lector desea leer un relato extenso y detallado de una persona que a los 17 años sus padres lo llevan a una psicóloga para las “terapias” de conversión, puede entrar a la página de la Asociación de Psicología de Puerto Rico (APPR) y buscar el Boletín de febrero de 2020. Esta persona fue mi paciente y cuando llega a mi consultorio estaba devastado y muy afectado por las “terapias” de conversión. Esta “terapia” lo hizo sentir sucio, pecaminoso, rechazado por Dios y decepcionado de su psicóloga quien le prometió que ella lo ”convertiría” en heterosexual. En una sesión, la psicóloga le dice a mi paciente que su homosexualidad se debía a que un demonio estaba atado a él; incluso la psicóloga le dijo que pudo ver el demonio detrás de él. Dice mi paciente: “Ese día llegué a mi casa llorando y ungí mi habitación. En la noche no pude dormir por el miedo que ella me había alimentado sobre el supuesto demonio que andaba detrás de mí”.
El Dr. Caleb Esteban, coordinador del Comité de Diversidad de Sexo, Género y Orientación Sexual de la APPR, ha explicado en detalle, incluso en foros políticos, la experiencia adversa y dañina de las terapias de conversión. Como profesionales de la salud ya no podemos tolerar que a nuestra juventud se le administren intervenciones que no tienen ningún racional científico, ni clínico ni lógico. Estas intervenciones son pura propaganda ideológica propulsada por algunos grupos conservadores, a quien parece importarle más sus prejuicios ideológicos que el bienestar y salud de nuestros niños y jóvenes. En fin: las terapias de conversión son un dinosaurio extinto que es mejor dejar enterrado profundo en el museo de ideas equivocadas y erróneas de la humanidad.
Artículo publicado el viernes, 19 de marzo de 2021 en la columna Punto de Vista de la versión digital de El Nuevo Dia, accesible desde https://www.elnuevodia.com/opinion/punto-de-vista/las-terapias-de-conversion-de-verdad-se-practican
